La última cita
No hizo falta ponerse el despertador, apenas había dormido en toda la noche. Una noche dura, muy dura, muchas lágrimas. Se levantó de la cama, no quería llegar tarde, deseaba ir con mucho tiempo para poder estar con él todo el tiempo posible en esta última cita con su sumiso. No era la primera relación que había tenido y que había acabado, pero si era la única que había acabado así. Se metió en el baño, se quitó el pijama, se bajó las braguitas blancas de algodón que solía ponerse para dormir, se sentó en la taza del WC y hizo su primera meada del día. En ese momento se acordó de las veces que su sumiso había estado sentado en la banqueta del baño, feliz viéndola mear, y más feliz cuando ella le pedía que la limpiara con la lengua las últimas gotitas directamente de su coño. En el rato que ella se duchaba, él aprovechaba para ir a prepararle el desayuno: un zumito recién hecho, tostada con tomate y café, de cafetera, de los que huelen por toda la casa. A partir de ahora tendría que ser...