Locktober 2021. Día 17. La cuchara

 El sumiso ya estaba acostado. Su Ama se acercó a la cama para acostarse también. Se quitó el pantalón y la sudadera que solía llevar por casa, algo gastados, pero muy cómodos. No llevaba sujetador, en casa no los solía llevar. 

Retiró la sábana de la cama. Echó una mirada provocadora a su esposo, y sumiso, a la vez que se iba quitando su braguita rosa. Se iba a acostar desnuda. Eso, en otro momento habría sido motivo de alegría para el sumiso, pero en octubre no.

- Tengo frío cielo. 

Le dijo ella mientras se tumbaba y tapaba. Él entendió al momento que ella quería que él la abrazara por detrás, que le hiciera la cucharita,  que tanto le gustaba a su esposa y Ama.

Ella empezó a frotar su culo con su pene. Qué malvada y encantadora era ella, la adoraba por esas ideas. Sabía que eso iba a hacer que su pene quisiera ponerse durito, y que le doliera al llevar puesto el cinturón de castidad, ya muy ajustado en posición de reposo.

Por si con eso no hubiera sido suficiente, ella le cogió sus manos y se las llevó a sus tetas. El sumiso estaba excitadísimo. Ella se encargaba de provocarle más, con comentarios, cogiéndole las manos de su chico para frotarle todo lo posible por sus apetecibles pechos, recorriéndolos por entero, tocando sus pezones, su canalillo, todo, y muchas veces..

Pero eso no iba a acabar así, ella le cogió una de las manos y la bajó a su sexo, a su templo, a su coño. Los 2 empezaron a gemir de placer, aunque los suspiros de él eran casi más de sufrimiento. Él sabía que ella no le iba a dejar eyacular, estaban a mitad del mes de octubre, y estaba seguro que ella querría acabar lo que llevaba deseando hacer un tiempo, un locktober entero. Aunque quizá hubiera suerte y ella se ablandara por lo bien que él lo estaba llevando. 

- Sigue cielo.



Le susurró ella a la vez que él ya la estaba masturbando y jugando con su clítoris. Ella tenía su vulva empapada de placer, y él estaba muy mojado también. Ella había iniciado el juego para calentarle a él y la que había acabado poniéndose muy cachonda había sido ella.

Al poquito ella se corrió. Se quedó relajada, como corresponde a un Ama.

- Gracias cariño. Eres un encanto. Te quiero. A dormir, que tengo sueño.

No sólo no le había dejado correrse, como esperaba, sino que iba a dormir desnuda toda la noche. Es duro el locktober, y hay quien lo hace más duro aún, pero el sumiso estaba también loco por su Ama, precisamente por estas ideas que tenía de vez en cuando.

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