Locktober 2021. Día 7. Placeres

Ya nos acercamos a la primera semana de castidad. A veces vienen ganas de no seguir, empieza a costar, pero sé que en el fondo todo se resume a superar esos momentos, no hay que estar luchando 24h contra las ganas de tocarse. Y hay que tenerlo claro. Saber lo que uno quiere. Y seguir. Cuando uno empieza un período de castidad ve todos los días que le quedan por delante, pero como dice un famoso entrenador, hay que ir día a día, no pensar en todos los que nos quedan. Y cuando uno ya ha superado la mitad hay que pensar que si lo deja pierde todo el esfuerzo hecho, y según pasan los días más hay que pensar eso, que si se deja, se pierde el esfuerzo ya hecho.

El locktober va de placeres. Del placer de unas Amas al tener sin placer a unos sumisos 1 mes. Del placer de unos sumisos de no tener placer este mes, porque para ellos es más gratificante que sean sus Amas las que consigan su placer y se diviertan a costa de ellos no tenerlo.

Cuando he tenido la suerte de poder ver correrse a un Ama o a una Mujer para mi es una experiencia increíble. Supongo que no soy el único,  y doy por echo que para las Mujeres, cuando se corren, también es una experiencia increíble. 

Tod@s sabemos que la sexualidad femenina, y su placer, durante mucho tiempo ha estado en un segundo plano por una mezcla de patriarcado y religión. No era importante si ellas tenían placer o no, porque lo importante era que el hombre se corriera dentro de la vagina de la Mujer y engendrar vidas, traer niños al mundo. El locktober, y la castidad masculina en general, no es que compense todo esta pérdida de derechos durante estos años y siglos, pero viene a dar más importancia a la vida sexual de ellas que a la de nosotros.







La manera de excitarse ellas es distinta a la de los hombres. (Aclaro que no soy especialista, y quizá algo no sea muy técnico). Pero a la sociedad apenas le importaba ver como mejorarlo, ver como hacer que ellas también tuvieran una vida sexual plena. Ni se llamaban a su vagina por su nombre, muchas llaman a su sexo con eufemismos, ahí abajo, mi cosita... Lo importante era que el hombre sí se corriera. Hoy en día sigue habiendo porcentajes altos de Mujeres que no alcanzan el orgasmo en las relaciones sexuales.

Como decía antes es increíble ver correrse a una Mujer, y aún disfruto más si yo ayudo en esa fiesta de placer. Me encanta quitarle la ropa, las braguitas, ver su cara y su sonrisita de saber que algo bueno le espera. Es un honor cuando una Mujer me ha dejado darle sexo oral, empezar a jugar con mi mano en sus piernas, su sexo, sus pechos. Empezar a lamer, alrededor del clítoris. Me gusta tanto cuando tienen vello en el pubis como cuando no lo tiene, es su pubis y ella decide. Sólo no me gusta cuando es un vello no cuidado, lo siento. Si tiene vello mi saliva y sus jugos se quedan ahí, y si está rasuradito se siente su piel suave. Luego me centro en ver lo que le gusta, ver qué quiere que le haga, eso se ve estando pendiente del movimiento de su cuerpo, de sus gemidos, de cuando ella cierra los ojos, de cuando ella mueve su cuello, de su respiración. A veces ella, si me ha visto despistado, me ha dado pistas. A veces he jugado también con dedos. Creo que es mejor así que introduciendo el pene, porque teniendo le cabeza cerca de su sexo me centro más en su placer que en el mío, si tengo estimulación de su vagina en mi pene. Lamer sin parar, al principio suaves, luego más intenso. Al principio alrededor del clítoris, por sus labios, por el interior de su vulva, y luego centrándose cada vez más en sus sitios preferidos.

Y cuando ella alcanza su orgasmo, es precioso verlo y oírlo, ver su cara de felicidad, oir sus gritos y jadeos. Luego ella a veces me ha dado permiso para correrme, pero otras no. Y no me enfado, porque ya digo que disfruto mucho más habiendo visto y oído como ella se corría. Las primeras veces que uno no se corre cuesta, pero uno acaba acostumbrándose, porque sabe que ella lo hace por mi bien, por hacerme mejor sumiso, más dócil, más humilde, que me centre más en ella. Y esto no es que ella me tenga como hipnotizado, no es que me tenga engañado, no está abusando de mi. La decisión de ser su sumiso es previa, y esa decisión uno la pide, la acepta voluntariamente, sabiendo que uno se mete en un proceso en el que ella me impondrá castigos y sacrificios. Un proceso que uno siempre puede dejar, pero del que nunca pedimos salir.

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