La cueva de pepa

Juan se dirigió al cesto de la ropa sucia y rebuscó una de las braguitas usadas que hubiera dejado allí su chica, Pilar. Llevaba ya tiempo haciendo esto, la cogía, la olía, se excitaba y alguna de las veces incluso se había masturbado con ella, teniendo cuidado de no mancharla con su semen. Juan llevaba viviendo con Pilar varios años, y les iba muy bien, era una pareja que se compenetraba y que se entendía. Tenían sus peleas, como todas las parejas, pero cosas normales, más que peleas era diferencias de opinión. Y en la cama les iba bien, aunque a Juan le faltaba algo de morbo, algo de fetichismo, su chica era más tradicional, alguna vez se lo había insinuado, a ella eso no le hacía mucha gracia y él no había querido insistir.  Decimos que hay que ser sincero en la cama con tu pareja, decirle lo que nos gusta, pero esos gustos más íntimos y personales a veces los dejamos ocultos y bien guardados en nuestra caja fuerte porque tenemos miedo de no ser correspondidos, o porque pensamos que

El sumiso tenía un día entero a solas, sin nadie en casa, iba a poder hacer lo que le apeteciera. En otras circunstancias, y después de llevar más de 3 semanas en castidad estaba claro lo que habría hecho, entre otras cosas seguro que se habría masturbado, una o varias veces, pero aquel día no lo haría, no quería romper el compromiso con su Ama. Quería seguir obedeciéndola, no quería ser débil ese día después de 3 semanas aguantando. Pero eso no quería decir que no se fuera a estimular. Tease and denial, estimulación y denegación. Castidad para su Ama y para él incluía la frustración. Se tumbó en la cama, desnudo, empezó sus habituales juegos de pezones, 5 minutos, sin tocar su pene, el cual empezó a ponerse muy húmedo. Sentía como el flujo de la excitación iba bajando lentamente por su pene, al ser un líquido con algo de densidad.  Esto lo repitió varias veces mientras estaba en casa, en los ratos que su actividad diaria se lo permitía. A veces era solo eso, otras incorporaba fantasía

Mi Ama me ha dicho que disfrute la siguiente eyaculación, porque el siguiente período de castidad será largo. Pero es que este primer período de castidad ya ha sido de un mes, no se lo he querido decir directamente, me atrevo mejor diciéndoselo a través de este blog, pero entonces ¿ella entiende que este primer período de un mes ha sido corto? ¿De cuanto tiempo hablamos cuando ella me dice que será largo? ¿Mis castidades van a ser como mínimo de un mes? La castidad me encanta, me encanta que mis orgasmos me los regule y controle mi Ama, y uno lo va llevando bien mirando el día a día, superando en cada momento las tentaciones que van surgiendo de romper la castidad, pero visto en conjunto uno se hace mejor a la idea de que esto ya no es un juego, que si antes me costaba aguantar una o dos semanas, ahora ese reto ya es algo sencillo y superado, y que ya vamos, lógicamente, a períodos más largos, no podemos ir hacia atrás. Mi Ama desea hacerme cada vez más sumiso, ver que puede ir siendo

 - ¿Te siguen doliendo los huevos? - No Ama, ya se me pasó el dolor de ayer, gracias. - Ves, sólo era cuestión de tener paciencia y dejar que pasara un poquito de tiempo. ¿Y a que ya no tienes ninguna necesidad de tocarte? - No Ama, ayer tampoco, pero hoy ya nada. - Claro. Y es que además, ese es un efecto que quiero que tenga cuando te excito y cuando te pongo cachondo, que te duelan los huevos. Si no te duelen es que no lo he hecho bien. Sabiendo que no te voy a dejar que te corras aún, quiero verte frustrado, que asumas de verdad que tus orgasmos te los controlo yo, que yo decido cuando los vas a tener y que vas a tener muy poquitos, y que te duelan los huevos para que tu sumisión y sufrimiento no sea de palabra, que sea en algo tan íntimo y tan personal como tus genitales, y me gusta controlar algo tan íntimo también como son tus masturbaciones, quiero regular no sólo las pocas que vas a tener a partir de ahora, sino también quiero ser yo la que decidirá el cómo te vas a masturbar,

 - Hola mi Ama, perdone que le diga esto, pero me duelen los testículos desde esta mañana. - Ya cielo, lo entiendo, y de verdad que lo siento mucho, pero sabes que no puedo hacer nada. Bueno, si que podría hacerlo, porque quizá si te dejara hacerte una paja se te iría el dolor, ¿a que si, cielo? - Si Ama. - Pero no me apetece, me gusta llegar al final de las cosas que te mando. Porque si te dejara que te tocaras entonces no te convertiría en un buen sumiso, te haría un sumiso blandengue que a la mínima dificultad se viene abajo, y quiero que seas cada vez más sumiso. Y además no sólo por mi, sino también por ti, muchas veces me has dicho que te gusto porque soy un Ama dura, caprichosa y estricta, y que combina todo eso con caricias y palabras dulces, y que con esa mezcla es como te saco lo mejor de ti. - Es verdad Ama, si en realidad yo no quiero eyacular, sólo quería decirle lo que siento. - Eso me gusta mucho mi vida, que me digas las cosas así, en ese tono, que me digas lo que sient