Caricias

Escribo y hablo mucho de Dominación Femenina, pero  reconozco que no tengo casi experiencia en sesiones reales. Últimamente tengo algo más de experiencia en castidad.


Pero sí que recuerdo que en las veces que he sido afortunado de poder estar a los pies de un Ama, sirviéndola y obedeciéndola lo mejor que he podido, he disfrutado mucho con sus humillaciones, sus castigos, he intentado poner cara de alegría de vez en cuando cuando ella me azotaba -si mi dolor me lo pemitía-, que no pareciera que estaba allí sufriendo en contra de mi voluntad y de vez en cuando le daba las gracias por los castigos o penalidades que me hacía. Esta actitud creo que a ellas les animaba a seguir, a probar cosas nuevas, a ver que lo estaban haciendo bien, que estaba cómodo con ellas. Me imagino un Ama viendo que el sumiso está continuamente quejándose, supongo que ellas bajarán el ritmo y que ellas no disfrutarán de esa sesión.

Las Amas con las que he estado, a su vez, no han sido violentas, ni han gritado. Una relación de Dominación Femenina no es una mujer enfadada y mosqueada dándole una paliza a un ser sin personalidad que se deja hacer lo que sea. Ambos saben lo que quieren, y si caso el Ama desea que el sumiso amplíe sus límites, pero no desea aplicarle un castigo en el que el sumiso ya no desee seguir.


Y hay una cosa que me ha gustado. Disfruto, ya digo, con el castigo, con las palabras de humillación, con los zascas, con sus NO, cuando me corrige aunque sea por cosas ilógicas, pero también me gusta mucho cuando el Ama tiene su toque cariñoso, cuando te dice con voz sensual que lo estás haciendo muy bien, o cuando te acaricia el pelo en ese sentido, o cuando te acaricia la zona que acaba de azotar, preocupándose por si te duele mucho, aunque a continuación siga con el castigo.


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