3 copas.

El sumiso entró en mi mazmorra.
Hacía ya demasiado que no venía, y tenía ganas de verle y de tenerle a mis pies.

Tenía la sala preparada, me gusta que la luz sea baja, pongo poca luz y algunas velas, que me encantan el ambiente que crean, y el olor de la cera, me evoca a algo antiguo.

El sumiso entró y se fijó en algo nuevo que había puesto, una bandejita con 3 copas de champán, y una botella de cava en una cubitera, para que no se calentara.

- Las has visto, 3 copas, cariño, ¿para que te imaginas que pueden ser?
- No sé mi Ama, ¿quizá va a venir alguien más hoy?
- No era eso, pero ya veo que te vas haciendo a la idea de que eso algún día llegará.

Le hice desnudar. Yo no, yo iba vestida con un sujetador lencero negro y unas braguitas negras de encaje. Y unas medias de muslo negras también. Y por supuesto, unos zapatos de tacón, que marcaban cada paso, para marcar mi poder sobre el sumiso.


Medias de muslo alto, negras de nailon, transparentes, ecónomicas.


Estuve disfrutando como nunca. Yo decido qué hacer con él, dentro de las cosas que sé que me va a admitir, no quiero ponerle en el compromiso de tenerme que decir que no a algo, no quiero romper el hilo de la sesión. Pero él es un sumiso que acepta mis propuestas, en general, aunque a veces le cuesta dar algunos pasos, no sé si porque él es poco valiente, o que yo soy más lanzada. Pero cuando eso ocurre, poco a poco le voy llevando a mi terreno, sé como tocarle su mente para que acabe diciendome que si. Ojo, tampoco le pido cosas excesivas, soy una mujer dominante que quiere humillar, y controlar, y castigar a mi sumiso y llevarle al límite, verle sufrir, pero soy muy sensata. Porque sé que con todo esto él goza, goza mucho, sólo hay que ver como gotea su pene cada vez que me ve en ropa interior con una fusta en la mano.

Después de un buen rato de fetichismo, humillación y castigos varios que dejaron su culete rojo, y sus huevos doloridos para un par de días por lo menos, le dije que se pusiera a cuatro patas y que me acompañara andando así. Le llevé cerca de la bandeja.

- Ha llegado el momento de desvelar la sorpresa de las 3 copas.

Y cogí una de ellas, me di la vuelta, pocas veces le he dejado ver mi chochete, prefiero que no se acostumbre a ver este tesoro, que tenga necesidad de verlo, me retiré un poco la braguita y fui llenando la copa con mi pis.

Copas de cava bajitas, y en la mesa puestas del revés. (con ...



 - Toda tuya. Llegó el momento del que alguna vez hemos hablado, demuéstrame que me sigues adorando, bébetela.

El sumiso me miró, no sabía qué decir ni qué cara poner, estaba confundido. Lo malo de fantasear con algo con tu Ama es que algún día tu Ama te lo puede proponer. En el fondo él quería hacerlo, pero le vencía el pensar que era pis, algo sucio, y yo deseaba ayudarle a vencer esa limitación suya. Y la orina me da la sensación de no sucio, la verdad, de un líquido dorado, de un líquido con clase. Lo que no me excita nada es jugar con las heces.

- Sabes que estoy sana y que no te va a pasar nada. Sé que te cuesta, será un sabor nuevo, quizá desagradable, pero estoy segura que eres capaz de hacerlo, por eso te lo pido, porque sé que eres un buen sumiso, ya me has demostrado otras veces que eres capaz de sufrir por mi. Lo de menos es el hecho en si de beber esto, me importa mucho más el esfuerzo que vas a hacer por superar tus miedos. 

Le acerqué la copa a su boca, bebió un poco, hizo una mueca con la cara. No debía estar muy rico. Le di tiempo a que se recuperara. Le acerqué de nuevo la copa, esta vez bebió más, con rapidez, para tener el pis poco tiempo en su boca. La siguiente vez le ordené que mantuviera un rato mi orina sin tragársela, para que se fuera acostumbrando al sabor, así lo hizo. Ya iba haciendo menos gestos de desagrado. Llevaba ya más de media copa. Y poco a poco se la bebió entera.

- Muy bien cielo, te voy a dar un premio.

Y me di la vuelta y volví a llenarle otra copa. Su cara fue un poema, sin hablar me decía que otra no, por favor, pero yo no quería ceder, me había gustado verle beber esa primera copa, aunque él lo pasara mal, pero mis placeres son lo primero, mi deseo de hacerle sufrir un poquito, de ver como se enfrentaba a pruebas nuevas, de ayudarle a ser mejor sumiso, de entrenarle y domesticarle a mi gusto, y además no consideraba que le estuviera haciendo un daño excesivo, solo era pis, bueno no era un una orina cualquiera, era MI pis, el pis de su Ama.

Esta segunda copa le entró mejor. Además había sido cuidadosa y antes había bebido mucha agua y había comido cosas poco fuertes, para que la orina no estuviera fuerte. Nunca he bebido mi propia orina, pero me imagino que el sabor cambiará dependiendo de lo que bebas y comas.

Seguimos con la sesión, me masturbé, le dejé masturbarse, con un orgasmo normal, se lo había ganado. Fueron unos orgasmos muy intensos los de los 2.

- Ya hemos acabado cariño. Estoy muy contenta y muy orgullosa de ti. Ahora con estas 2 copas que nos quedan, una es para mi, me apetece una copita de cava para que charlemos un rato y descansemos. Y a ti te pongo lo que quieras, cava o pis, te dejo elegir, -le dije con una sonrisa malvada-.
- Cava, por favor, Ama.
- Pero otro día repetirás mi orina, ¿no? ¿o no te ha gustado?
- Claro Ama, pero hoy si me lo permite prefiero el cava.

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