Semáforo en rojo

Hace un tiempo descubrí que no sólo no me molestan los semáforos en rojo, sino que me gusta cuando voy conduciendo el coche y me toca pararme en uno de ellos, sobre todo cuando son semáforos situados en zonas céntricas de la ciudad, y en épocas invernales.

De repente te encuentras cómodamente sentado, oyendo la música que deseas, y disfrutando viendo pasar por delante de ti a Mujeres con sus lindos zapatos de tacón, con sus faldas, sus medias negras.

Son instantes fugaces, pero en esa situación puedes mirarlas fijamente sin llamar la atención ni molestarlas. Ellas, al pasar, van pensando en sus cosas, o hablando con sus acompañantes, y no se fijan en que hay un fetichista sentado en el coche disfrutando.

Esa suerte hay que buscarla, por zonas comerciales o de negocios por la mañana, o por zonas de ocio los fines de semana.

Si la mirada de alguna de esas Mujeres se cruza con la mía por casualidad, me pongo nervioso y enseguida miro hacia otro lado. Evidentemente ninguna de ellas se ha acercado para afearme mi actitud, en ese caso me pondría colorado, me avergonzaría, y lo poco que se me ocurriera decir, sería pedir perdón y seguramente tartamudeando.

Pido perdón por si a partir de ahora alguna de las lectoras de este blog se pone alerta cuando vaya vestida así de femenina y le toque pasar por un paso de cebra, aunque quizá gracias a esa casualidad descubren a algún fetichista al que poner bajo sus pies.