El Templo de mi Señora

Me encanta tenerte ahí abajo, lamiendo mi cosita, mi conejito. Me das mucho placer, cada vez has ido mejorando tu técnica. Alguna vez te he tenido que corregir, sobre todo las primeras veces, pero unos cuantos azotes a tiempo te ayudaron  a poner más interés.

Me gusta decirte donde tienes que dirigir tu lengua, la velocidad, la intensidad, que vayas más lento, o más fuerte, o más adentro. A veces juego contigo, y te doy órdenes distintas sucesivamente, para ver como te esfuerzas, como me miras extrañado y sin saber bien como actuar. Sabes que son órdenes contradictorias, pero tú no quieres contrariarme a mi, sólo piensas en complacerme.

Tú no tienes permiso para nombrar mi sexo como lo hace cualquiera, con palabras vulgares, para ti sólo es "su Templo, Señora".





A mi me das mucho placer, lo reconozco, y no solo por el contacto de tu lengua con mi chochito, sino por verte ahí abajo dócil, obediente, rendido a mis palabras y a mi cuerpo y también me encanta ver en tu duro pene que tú también disfrutas con la textura, el sabor y el olor de mi sexo, y al oír como voy aumentando mis jadeos a la vez que aumentas mi placer.

También disfruto mucho cuando por fin he terminado, por el orgasmo evidentemente, y también por tu cara de felicidad por saber que tú me has ayudado a conseguirlo, en tu mirada veo que para ti un orgasmo de tu Ama es mucho más importante que un orgasmo tuyo. 



A veces, cuando me has dejado plenamente satisfecha y me pillas de buen humor, te dejo masturbarte después de que me he corrido las veces que he deseado. Tus pajas sé que son intensas, por lo que acumulas mientras me das sexo oral a mi, pero no quiero mal acostumbrarte. De entrada sabes que no siempre te permito hacerte una paja y cuando te dejo, suelo dejarte masturbarte arrodillado mirando  a alguna esquina mientras yo, a tu espalda, o ni te hago caso, o disfruto por la manera humillante como te lo haces.

Y en ocasiones, tras una tarde intensa como estas, recuerdas que nos hemos ido a cenar juntos, y que luego, en la intimidad de algún pub, tomando unas copas, hemos recordado los momentos más intensos de la sesión. Tu pene se ha vuelto a poner duro, y yo también me he vuelto a poner muy mojadita y excitada.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Vídeos Femdom en español

Castidad

Diario de una Diosa Ginárquica