Besa por donde piso

No quiero ser repetitiva y abusar de las cosas que me gusta hacer a mi esclavo. Me gusta sorprenderle, que no se acomode, que no sepa lo que le espera, que esté siempre atento a mis deseos y a mis caprichos, sí, a mis caprichos, he dicho bien. 

Soy su Ama y tengo derecho a tener caprichos, a pedirle que haga cosas por el único motivo de que me apetece, sin tener que razonarlo ni negociarlo con él. Y lo mejor de todo es que sé que esto no sólo no le molesta a él, sino que le encanta y le excita.


A mi esto también me exige estar pensando, pero disfruto y me evita entrar en la tediosa y peligrosa rutina.

Una de las cosas que me gusta pedirle, sobre todo cuando llego cansada o mosqueada de trabajar es que se arrodille y que me bese los pies, que los lama. Y lo máximo para mi ya es cuando le pido que vaya besando por donde piso. 


Y ahí me veis a mi, con unos bonitos zapatos de tacón, sintiéndome como una reina, paseando por la casa, esbelta, erguida, orgullosa, altiva, con mi perrito detrás pisando justo donde antes ha estado posado mi majestuoso zapato. Puedo estar así minutos y minutos, que él no se queja nunca, no le veo un mal gesto, ni un suspiro de hastío, nada, sólo veo sumisión en su cara y en su actitud, y eso me hace olvidar cualquier mal rollo del día. 

El saber que cuando regrese a casa tengo a mi sumiso esperando también me hace más llevadero el día a día, sobre todo en esas épocas en las que los jefes se ponen más pesaditos. Y sé que a mi sumiso también le hace muy feliz saber que tiene a una Mujer como yo a la que poder servir.

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