Semana de pasión

Era Semana Santa. Los vecinos se marchaban fuera de la ciudad. Se iban a quedar solos en esa zona de la urbanización. Podrían dar rienda suelta a sus pasiones de Ama dominante y esclavo sumiso, sin preocuparse de que les oyeran.

Ama Silvia tenía bien planeadas las siguientes tardes. sumisopepa no tenía ni idea de lo que le esperaba. Se dejaba llevar, confiaba en la responsabilidad de su Ama respecto a sus límites hablados y pactados hace tiempo. Aunque también era consciente de que Ama Silvia le iba ayudando a ir superándolos poco a poco y a meterle en el terreno de fantasía de ella.

Ama Silvia dejó un sobre cerrado con la inscripción de "Sólo abrir cuando Ama Silvia lo diga. Incluye motivo de autorización para masturbarse sumisopepa". El esclavo llevaba ya casi 1 mes en castidad. Su Ama le había dicho inicialmente que era ese el plazo que le pedía esta vez sin tocarse, pero estando ya cerca de que finalizara su Ama le dijo que aumentaba 1 semana más, a no ser que en la sesión de hoy cumpliera el deseo secreto que ella había guardado en el sobre cerrado. Ama Silvia lo hizo así para darle un poco de intriga y para que sumisopepa viera que era cierto si al final no le dejaba masturbarse.


Ama Silvia le hizo una señal con la mirada a sumisopepa en dirección al dormitorio. Él ya sabía sin palabras que debía ir hacia allí y ponerse desnudo y de rodillas a la entrada, delante de la cama, dejando sitio para que su Ama se sentara en la cama.

Al poco entró ella, con el látigo en la mano. Sus nalgas iban a acabar calentitas hoy. Ama Silvia abrió el cajón de la ropa interior de sumisopepa y sacó un conjuntito negro de sujetador y tanga. A Ama Silvia le gustaba ver como le quedaban los tejidos negros de puntillas tapando los genitales de su sumiso, y el tanga además porque dejaba el culete al descubierto para poder castigarlo directamente.


sumisopepa se puso las preciosas prendas íntimas femeninas que su Ama le dió. Ella a continuación le pidió que se colocara apoyado en la cama, de rodillas, mostrando y ofreciendo su culo para que ella empezara el castigo.

Sólo faltaba saber el número de azotes. Ama Silvia le dijo que 80. Él se puso nervioso, iba a ser un castigo fuerte, aunque pensaba en el sobre, quizá gracias a ese sufrimiento hoy mismo podría desahogarse como él ansiaba hacia unas semanas. Además el castigo le iba a excitar mucho, sabia que el dolor le ponía a cien. Lo que sumisopepa no sabía era que su Ama deseaba una cifra más alta, pero que no se la quiso decir para no asustarle y para jugar un poquito con ese temor y con su sumiso.

El castigo empezó, al principio bien, pero a los 40 empezó a picar cada vez que el azote daba en una zona ya azotada. Ama Silvia le dejó descansar, cosa que agradeció efusivamente  sumisopepa.

Al poco Ama Silvia reanudó lo que había dejado a medias. Eso ya le gustaba más, ver como sumisopepa se esforzaba por aguantar el dolor, como respiraba hondo para hacerlo más llevadero, aunque en el fondo ella sabía que a él eso le encantaba, sólo había que ver la erección que tenía sumisopepa y el charco de flujo masculino que había debajo, de la excitación.

Por fin llegó a los 80. sumisopepa respiró aliviado, ya había acabado por hoy. Pero estaba equivocado. Ama Silvia aspiraba a más. Se acercó a él, y en un tono muy suave y sensual le dijo: "Me haría mucha ilusión darte 10 más, mi vida". A lo que sumisopepa no podía decir que no, ella sabía que sumisopepa le diría que sí a todo lo que ella le pidiera con esa actitud melosa.

Pasados esos 10 azotes de propina sumisopepa pensó que ahora si, tenía el culo dolorido. Los últimos 10 se le habían hecho eternos. Pero Ama Silvia se volvió a acercar y le dijo de nuevo al oído: "Cielo, me gustaría ver como aguantas otros 10. Ahora van a ser los últimos, de verdad" sumisopepa dudó, pensó que no iba a aguantar, tenía el culo muy caliente, estuvo a punto de decir que no, pero no quería ver triste a su Ama, y le dijo que sí. Ama Silvia le dio esos azotes, se los dio despacio, dejando que sumisopepa se recuperara entre golpe y golpe, para hacérselo un poco más fácil, entendiendo el esfuerzo que él estaba haciendo por ella.

Cuando acabó le acercó el sobre, le dijo a su sumiso que lo abriera. "Si estás abriendo este sobre es que has llegado a los 100 azotes y hoy podrás masturbarte todo lo que quieras, sin prisas, y a tu manera" La cara de sumisopepa se iluminó.

Aunque viendo como Ama Silvia se le acercaba de nuevo al oído dejó de sonreir. ¿Qué le iba a pedir ahora? ¿Habría cambiado de opinión de nuevo? ¿Se iba a quedar sin esa paja prometida?

"Cariño,¿me dejas que te mee? llevo toda la sesión bebiendo agua, tengo la vejiga llena, quiero que te masturbes mojado con mi orina". sumisopepa respiró aliviado, eso era aún mejor.

Se colocó en el suelo del baño. Su Ama se apartó la braguita rosa que llevaba, él le pudo ver su templo. Ella se fue agachando, tenía su tesoro muy cerca de su cuerpo, ella fue rociando su cuerpo con su orina. Era cierto, estuvo un buen rato meándole.

Y con el pis de su Ama repartido por todo cu cuerpo, sumisopepa por fin pudo masturbarse y alcanzó un orgasmo muy muy muy intenso, del que se acordaría mucho en el siguiente mes (o más) de castidad que su Ama le pondría. 

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