Bebida de la Diosa
EL AMA:
Me gusta verte debajo de mi, excitado, sumiso, complaciente, dispuesto a todo por mi, incluso a beberte mi pis, mi orina, eso que desechamos, pero que para ti es algo preciado.
Con ese sabor que seguramente no haya sido agradable al principio pero tú has hecho el esfuerzo por mi, eso hace que me sienta muy orgullosa de ti, de cómo demuestras lo mucho que me adoras.
Con ese sabor que seguramente no haya sido agradable al principio pero tú has hecho el esfuerzo por mi, eso hace que me sienta muy orgullosa de ti, de cómo demuestras lo mucho que me adoras.
EL SUMISO:
Gracias mi Ama por permitirme que de vez en cuando pueda disfrutar de esta experiencia.
Cuando usted me dice con antelación que me va a permitir beber su lluvia dorada, ya me hace estar excitado hasta el momento que estoy debajo de usted y empiezo a ver como coloca sus preciosas y perfectas piernas a cada lado de mi cabeza, como se aparta su braguita, como puedo ver su templo. Es de las pocas veces que merezco ese premio. Para mi, el ver su tesoro, aunque sea un segundo, me hace sentirme feliz durante mucho tiempo.
Y luego empiezo a ver como su sexo se va bajando, como se acerca a mi boca, lo huelo, y veo como su pubis se mueve y me indica que está abriendo su vejiga y efectivamente, al poco empieza a caer su líquido dorado, para mi no es orina, ni pis saliendo de su vagina, es elixir de Diosas saliendo de un manantial, de una fuente termal. Siento su húmedo calor en mi cara, entrando en mi boca. Le agradezco cuando para de vez en cuando para dejarme tragar todo, para que no derroche ni una gota.
Disfruto cuando me reconoce el esfuerzo, cuando veo en su cara que se siente satisfecha. Pero también le agradezco las veces en las que me hace comentarios humillantes, que se ríe de mi, el verla feliz es mi primer objetivo en la vida. Porque para mi en realidad no es humillante, me hace sentir muy importante el que una Mujer como usted haya accedido a dejarme participar tan cerca de usted de algo tan íntimo y personal como es el orinar. Porque yo he tenido que superar mis miedos para atreverme a hacerlo, pero usted también, más de una Mujer en su lugar habría pensado que por qué iba a tener que mearse encima de un chalado.
Y para acabar soy el sumiso más feliz del mundo cuando me permite pasarle mi lengua para limpiarle los restos que hayan quedado en su tesoro, no quiero desaprovechar ni la última gotita.
Cuando usted me dice con antelación que me va a permitir beber su lluvia dorada, ya me hace estar excitado hasta el momento que estoy debajo de usted y empiezo a ver como coloca sus preciosas y perfectas piernas a cada lado de mi cabeza, como se aparta su braguita, como puedo ver su templo. Es de las pocas veces que merezco ese premio. Para mi, el ver su tesoro, aunque sea un segundo, me hace sentirme feliz durante mucho tiempo.
Y luego empiezo a ver como su sexo se va bajando, como se acerca a mi boca, lo huelo, y veo como su pubis se mueve y me indica que está abriendo su vejiga y efectivamente, al poco empieza a caer su líquido dorado, para mi no es orina, ni pis saliendo de su vagina, es elixir de Diosas saliendo de un manantial, de una fuente termal. Siento su húmedo calor en mi cara, entrando en mi boca. Le agradezco cuando para de vez en cuando para dejarme tragar todo, para que no derroche ni una gota.
Disfruto cuando me reconoce el esfuerzo, cuando veo en su cara que se siente satisfecha. Pero también le agradezco las veces en las que me hace comentarios humillantes, que se ríe de mi, el verla feliz es mi primer objetivo en la vida. Porque para mi en realidad no es humillante, me hace sentir muy importante el que una Mujer como usted haya accedido a dejarme participar tan cerca de usted de algo tan íntimo y personal como es el orinar. Porque yo he tenido que superar mis miedos para atreverme a hacerlo, pero usted también, más de una Mujer en su lugar habría pensado que por qué iba a tener que mearse encima de un chalado.
Y para acabar soy el sumiso más feliz del mundo cuando me permite pasarle mi lengua para limpiarle los restos que hayan quedado en su tesoro, no quiero desaprovechar ni la última gotita.
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