Tanga lavado

Ahí estaba, su tanga morado, que tanto tiempo había tenido guardado y sin que lo viera su esposa, tendido, recién lavado, entre otras muchas prendas de color. Ese tanga se lo había puesto muchas veces, cuando su esposa estaba fuera, le excitaba ponerse ropa interior de mujer.






Él no sabía que decir. Su mujer se lo puso más fácil.
- Las braguitas y los tangas hay que lavarlos de vez en cuando, no querrás ser una guarra y oler mal.
- No sé como explicártelo, cariño.
- ¿Te ayudo? Es fácil, es muy sencillo: te gusta vestir con braguitas.
- Si.
- A veces nos solemos complicar innecesariamente y lo mejor es lo más fácil. Reconocer nuestros gustos. ¿Quieres que vayamos a por más braguitas? ¿Quieres que te ayude a elegir, para que tengas un buen conjunto de ropa interior femenina?
- Me haría mucha ilusión.
- Pues vámonos, te voy a llevar a la tienda de lencería de una amiga, donde compro siempre mis braguitas y mis sujetadores. ¿y esa cara? ¿no te hace ilusión? ¿Quizá te estés imaginando allí, avergonzado? Quizá te estés arrepintiendo. Ya es tarde. Esto va a cambiar. Ahora voy a ser yo la que se va a divertir más que tú con tus gustos por las braguitas.




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