Me duelen, Ama

 - Hola mi Ama, perdone que le diga esto, pero me duelen los testículos desde esta mañana.

- Ya cielo, lo entiendo, y de verdad que lo siento mucho, pero sabes que no puedo hacer nada. Bueno, si que podría hacerlo, porque quizá si te dejara hacerte una paja se te iría el dolor, ¿a que si, cielo?

- Si Ama.

- Pero no me apetece, me gusta llegar al final de las cosas que te mando. Porque si te dejara que te tocaras entonces no te convertiría en un buen sumiso, te haría un sumiso blandengue que a la mínima dificultad se viene abajo, y quiero que seas cada vez más sumiso. Y además no sólo por mi, sino también por ti, muchas veces me has dicho que te gusto porque soy un Ama dura, caprichosa y estricta, y que combina todo eso con caricias y palabras dulces, y que con esa mezcla es como te saco lo mejor de ti.

- Es verdad Ama, si en realidad yo no quiero eyacular, sólo quería decirle lo que siento.

- Eso me gusta mucho mi vida, que me digas las cosas así, en ese tono, que me digas lo que sientes sin pedirme nada. Me habría molestado mucho que hubieras sido directo y que me hubieras pedido que querías correrte. Me gusta que me digas las cosas desde tus sentimientos, sabiendo que no eres quien para pedirme nada. Y es normal que sientas esto, no has de preocuparte por tener estas ideas, ni por expresármelas, me viene bien saber tus pensamientos más personales. Y entiendo que tengas ese dolor, te he tenido toda esta mañana viendo vídeos porno, y luego me he desnudado delante de ti, y te puesto en la cara y en tu polla mi coño, mi culo, mis piernas.... vamos que te puesto bien caliente, sólo había que ver todo lo mojadita que estabas, goteabas sin parar. Seguro que te habría salido más de una paja. Y la que se lo ha pasado en grande he sido yo, menudo orgasmo he tenido, me he puesto muy cachonda al verte así de excitado, de suplicante para que te dejara eyacular, al ver tu cara de pena al ver que no había remedio y que te ibas a quedar con el calentón. Me excita mucho el ver que tengo ese poder sobre ti, y ver como cuando te ordeno algo, y cuando te prohíbo algo te vas callando, vas aceptando tu sitio de sumiso, sin replicarme, sin cuestionarme, me haces sentir como una Diosa.



- Si mi Ama, me ha puesto a cien.

- Y además otra cosa, me dices que tienes ese dolor, pero sé que sólo lo dices para desahogarte, por hablar, pero que en el fondo no deseas que te deje correrte. Bueno, quizá si ahora te dijera que si, te aliviarías, te vendría bien en este instante, estás sintiendo el dolor en este momento, pero luego te sentirías mal. Y cuando en un rato te dejen de doler los huevos ya estarás tranquilo, sólo tenemos que aguantar estos momentos de duda que es normal que surjan en una castidad tan larga, que ya llevamos casi 3 semanas, somos un buen equipo. ¿Estás de acuerdo cielo?

- Por supuesto mi Ama, gracias por ser tan comprensiva conmigo, de verdad.

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