Desigualdad. Gimnasios Femdom.

Todas tenemos claro la importancia del ejercicio físico para poder tener una buena salud, y tener un buen cuerpo. 

Y en este Ministerio de Desigualdad veníamos recibiendo innumerables quejas y peticiones de parejas Femdom, sobre todo de las Amas, que entendían fundamental que sus sumisos fueran a un gimnasio para mantenerse en forma, y que les era difícil poder enviar a sus sumisos a cualquier gimnasio. 

Por un lado estaban las Amas que habían puesto cinturón de castidad a sus sumisos, porque no querían que otros usuarios pudieran ver en los vestuarios a sus sumisos con el cinturón puesto, por una cuestión de desear mantener ese aspecto dentro de su privacidad y por no querer someter a su sumiso a los posibles comentarios humillantes y de mofa de otros usuarios de ese gimnasio. El Ama o quien ella decidiera podía humillar a su sumiso, pero entendían que había que respetar la dignidad del sumiso y no deseaban que cualquiera pudiera hacer lo mismo.

Así mismo había otro grupo de Amas que no querían poner cinturón de castidad a sus sumisos, pero les generaba inseguridad el que en ese lugar privado al que ellas no podían acceder, que es el vestuario masculino de un gimnasio, su sumiso pudiera caer en la tentación y masturbarse a escondidas de ellas. Esto ellas sabían que era muy improbable, tenían bien amaestrados a sus sumisos, y estos aceptaban voluntaria y gustosamente esa orden de mantenerse en castidad, pero la duda la tenían las Amas.



Pues para dar solución a esta demanda, y tras muchas conversaciones con varias cadenas de gimnasios, por fin se pudo encontrar un gimnasio que aceptó nuestra propuesta de poner cámaras en todos los espacios del vestuario masculino para que todos los varones usuarios de este gimnasio estuvieran controlados en todo momento por un circuito cerrado de TV, esto incluía la zona de cambio, las duchas, y los servicios. Era algo delicado, porque había que regular este cambio en la legislación para no generar inseguridad jurídica, pero finalmente se pudo concretar una ley que estableció que esta idea pudiera hacerse realidad. El vestuario femenino no tendría cámaras, no existía esta necesidad. 

Los puntos básicos de esta ley definían que los sumisos aceptaban voluntariamente ser grabados en cualquier momento y espacio del gimnasio y habría carteles informativos de esta posibilidad. Que podrían ser grabados con o sin ropa, o cuando se cambiaban, o cuando se ducharan o hicieran sus necesidades fisiológicas. También que aceptaban que sus imágenes pudieran ser vistas por las Mujeres que el gimnasio designara. Que ellos no sabrían la identidad de estas Mujeres. Y que esas imágenes podrían ser cedidas a sus Amas sin necesidad de darles aviso ni pedirles a ellos consentimiento previo, sobre todo si tras el visionado de las mismas se pudiera estimar que el sumiso había cometido alguna falta de la cual su Ama debiera tener conocimiento.

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